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Mural ubicado en el parque central de Santa María Visitación, Sololá |
El mural sorprende por su tamaño, su precisión y calidad gráfica. Con detalles casi fotográficos relata la historia de los pueblos de la cuenca de Atitlán previa a la conquista, cuando este enorme lago era un punto geográfico apetecido por los kichés, kakchiqueles y tzutujiles. Un hilo temporal nos transporta en imágenes que encadenan la noche con la madrugada y el amanecer (o el futuro). Así también, enlaza la evolución de la fotografía monocromática, la imagen a color y el despertar de las nuevas tecnologías.
Intentando recuperar retazos de la historia con abuelos y abuelas de Santiago Atitlán, los jóvenes pintaron en la primera parte del tríptico la ciudad primigenia: Chuitinamit. En la imagen, un hombre con cabeza de pájaro vigila una próspera ciudad especializada en el conocimiento de las aves, bellas construcciones, el lugar sagrado para el juego de pelota y enormes cayucos que movilizaban la economía del lago. Momentos en que la geografía política del lago se disputaba entre los pueblos indígenas al tiempo que la cultura de estos pueblos se encontraba en ebullición. Basta afilar la mirada para encontrarse con símbolos de estas culturas: una tortuga representa el cinturón de Orión y las tres semillas sobre el caparazón hacen referencia a las tres piedras de la creación, base de los hogares en donde apoyan el caldero para alimentar a la familia.
En la segunda parte representan la Conquista; aparece la colonia española y los pobladores entregando sus riquezas al visitante. “Hay una gran batalla en el Cerro de Oro y los guerreros salen a la defensa. Ellos ya tenían ganada la batalla, pero los españoles habían escondido a los arcabuceros que tenían los rifles. ¡Lastimosamente les salieron con todo eso! Tenían la ventaja de la pólvora. Ahí juntaron a todos los pueblos. Los tzutujiles eran superfuertes en la resistencia, pero poco a poco los colonizadores fueron acercando la religión a través de la cofradía. Fue más de lo mismo: recaudar fondos para la iglesia”, explican los autores.
En la imagen central, una mujer vigila la escena con su güipil y el cabello recogido. “La mujer representó la máxima protectora de la biodiversidad, de nuestra cultura. Por eso está en el centro, porque es un tributo a la mujer. Fue ella quien resistió y protegió prácticamente todo: nuestra comida, nuestro traje, nuestro idioma. Lo que representamos ahí con tres semillas: el ayote, el frijol y el maíz son las tres hermanas”, narra José.
La figura de Pedro de Alvarado aparece más abajo subyugando a los indígenas, poniéndolos en esclavitud y en tributo. “Pasaron más de 200 años de esclavitud persistente y la población disminuyó. Cada 15 días sacaban a más de 200 personas para llevarlas a trabajar en las minas de México o en el sur. O sacaban gente para ir a los pueblos que aún estaban resistiendo por sus tierras y la ponían a pelear en contra. De ahí empieza eso de que nos pusieron a pelear hermanos contra hermanos”, remarcan los de Canal Cultural.
En el mural de Santa María Visitación se mezclan los símbolos sagrados con los datos duros de la realidad. Hay armas y flores. Glifos y computadoras. Se une la participación de los abuelitos del pueblo con los jóvenes de este colectivo cultural. Así lo resume José: “En los dos primeros murales están el padre y la madre, que son los abuelos. Individualmente tienen su interpretación, pero a nivel general los podemos representar como los abuelos. La mujer está representada ahí como máxima autoridad, la madre naturaleza. En el último tríptico, entramos en la época moderna en la que los criollos quieren independizarse de España. Se independizan pero eso no significó nada para el pueblo porque siguió ocurriendo lo mismo: al pueblo no se le devolvió su tierra sino que se quedaron con más”, cuentan.
En la última parte del mural, además de los niños en primer plano, se puede ver una mujer armada. René señala sobre esta decisión: “Ahí está la guerrilla en la que entraron muchas mujeres. Al final, hay dos ideologías: la izquierda y la derecha. Nosotros quedamos en medio, los que no teníamos nada que ver ni con la guerrilla ni con los militares. Nos acosaban por ambos lados: militares y guerrilleros”.
Fuente: Siglo21.com.gt